OPINIÓN

El Gobierno anuncia un plan para este sec­tor, que ne­ce­si­taría una re­de­fi­ni­ción cuanto an­tes.

El turismo coge aire pero necesita un diagnóstico en profundidad

La ac­ti­vidad re­punta en 2022 y ya está a punto de re­cu­perar las ci­fras de siempre

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Como siempre un exitazo este Fitur de todos los eneros, lo que es un mo­tivo más que su­fi­ciente para hacer una re­fle­xión sobre el tu­rismo es­pañol. Además, la feria ha traído este año algo más que sín­tomas de re­cu­pe­ra­ción, ha traído cer­tezas y nú­meros que ya son una es­pe­ranza, des­pués de la grave crisis su­frida a causa del co­ro­na­vi­rus, que dejó a este pu­jante sector de la eco­nomía es­pañola to­cado, aunque no hun­dido.

Unos números que demuestran que todavía no se ha recuperado del todo, pero que está en el camino, aunque hay que tener un recuerdo para los miles de negocios que no fueron capaces de superar la pandemia.

Según los datos de la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur), el PIB turístico en España ha cerrado 2022 con 159.490 millones de euros, un 1,4% superior al del año 2019. Esta cifra supondría hasta 62.363 millones más que la actividad turística de 2021 y 2.135 millones más que en 2019.

Cifras muy positivas

Con estas cifras, la aportación del turismo en la economía española en 2022 fue de un 12,2%, mejorando el 5,8% del 2020, aunque todavía ligeramente por debajo del 12,6% de 2019, el año anterior al coronavirus, que es el objetivo que se conseguirá batir este ejercicio, según Exceltur, alcanzándose los 168.453 millones.

Respecto a la llegada de turistas, las cifras también se acercan a las de 2019. Según las últimas previsiones de la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, en 2022 viajaron a España unos 72 millones de turistas, frente a los 31 millones de 2021, los 19 millones de 2020 y los 83 millones de 2019, es decir todavía estamos un 14% por debajo del año previo a la pandemia. Y se espera que los ingresos alcancen los 69.000 millones, frente a los 71.000 millones de 2019, según los datos del Banco de España.

El empleo en el sector también se recupera y cerró el diciembre pasado con 2.458.032 millones de afiliados, el mejor dato de toda la serie histórica superando en 63.002 personas el dato de afiliación de diciembre de 2019.

Y por si todo esto fuera poco, los extranjeros que nos visitan dicen que les ha gustado mucho su visita a España. El 97% de los turistas encuestados quedó satisfecho o muy satisfecho con su viaje el pasado verano, según datos de un estudio sobre la satisfacción de los viajeros no residentes 2022 de Turespaña. Y más de la mitad de ellos, el 58%, dice que tiene intención de volver cuanto antes.

Pero pese a las favorables perspectivas, la recuperación aún no se ha trasladado al resultado de las empresas turísticas por la fuerte subida de precios, sobre todo el 28% de incremento de sus costes energéticos, el 17,1% de sus suministros y el 8,9% de sus costes laborales, dice Exceltur.

El Gobierno prepara un plan

Quizás por ello, y por intentar utilizar esos fondos europeos que tanto están tardando en repartirse entre las empresas turísticas, el Gobierno de Pedro Sánchez ha considerado que es el momento de hacer un plan de turismo, para ayudar al subsector turístico más importante, el de sol y playa, según ha anunciado la ministra Reyes Maroto. Se presentará en febrero y será una de las prioridades en esta materia, enfocada sobre todo a luchar contra la estacionalización de la oferta.

No sabemos que prepara Maroto antes de irse de candidata a Madrid, pero las posibles soluciones para ir mejorando nuestra oferta turística se conocen de sobra hace mucho tiempo, y todas pasan por lo mismo, cambiar poco a poco cantidad por calidad. España empezó siendo un país con un turismo competitivo en precios pero ya no es un destino barato y el objetivo sería atraer un turismo de más calidad y alto poder adquisitivo. Es una fórmula sobre la que hay cierto consenso, aunque muchas empresas pueden perderse por el camino al no tener el músculo para hacer esa reconversión.

Hay unanimidad en que hay que luchar contra la estacionalización, en no aceptar la masificación de turistas en algunos destinos y determinadas épocas, en fomentar los destinos culturales, de arte, de naturaleza, de moda, gastronómicos, deportivos, etc., y por supuesto, en ayudar además al desarrollo de la llamada España vaciada. En general, esta es la línea de propuestas.

Cuidado con la sobrerregulación

Pero hay que tener mucho cuidado con los planes gubernamentales. El turismo es un sector muy dinámico acostumbrado a ir por delante y que requiere de pocos corsés administrativos y reglamentaciones para funcionar, y al que las administraciones suelen poner en el ojo del huracán cada vez que apuestan por una sobrerregulación.

Hace muchos años, cuando gobernaban Felipe Gónzález o José María Aznar y se aprobó una ley para regular el negocio del ‘time sharing’ o tiempo compartido, pregunté a algunos de los principales popes del turismo de aquellos años si a partir de la nueva norma legal apostarían por esa línea de negocio. Y su respuesta fue unánime y sorprendente. Más o menos esta: “Llevamos años invirtiendo en sociedades de tiempo compartido, ahora que el Gobierno lo ha regulado hay que irse cuanto antes, se acabó este negocio”.

Así de claro. Sin tener demasiadas pruebas creo que con el fenómeno de los pisos turísticos ha pasado o está pasando algo parecido a eso del ‘time sharing’, agravado además por reglamentaciones distintas en cada una de las autonomías, como por ejemplo, lo de las tasas turísticas.

Puede que tenga razón el Gobierno y sea hora de hacer un verdadero plan para asegurar el turismo del futuro. Pero antes de centrarse en el programa habría que hacer un diagnóstico más profundo de partida sobre nosotros mismos, los españoles. Sin duda hemos cambiado mucho y muy deprisa, ya no somos los mismos de hace ochenta años por lo que no podemos ofrecer lo mismo que cuando comenzo esta maravillosa aventura del turismo. Habría que saber qué es lo que podemos ofrecer y cómo hacerlo.

Vamos a Wikipedia para buscar pistas. Dice este portal que “España es un país turístico con una desarrollada infraestructura en el sector servicios, situándose entre los tres más visitados del mundo junto a Estados Unidos y Francia, al que acuden anualmente millones de viajeros atraídos por sus playas y agradable clima, el abundante patrimonio artístico del país y la riqueza gastronómica, además de ser una de las naciones más ricas en patrimonio cultural del planeta debido al gran número de civilizaciones que dejaron su impronta y legado en la península ibérica”.

Un modo de vivir

Estamos de acuerdo, es así, pero falta algo y por supuesto no es que no diga nada de toros, ni de flamenco, ni de siesta, ni de paellas, ni de la cosa folclórica, por cierto, todos ellos asuntos para tomar muy en serio. La cosa es que no dice nada sobre nuestro carácter, nuestras inquietudes, nuestros temores, nuestro modo de vivir. Quizás esa es la clave que debería tenerse en cuenta a la hora de construir ese nuevo plan de turismo. Los españoles de ahora tienen poco que ver con los de mediados del siglo pasado aunque muchos de ellos vivan todavía. Y sin embargo, probablemente nos parecemos cada vez más a la mayoría de los turistas que nos visitan: ingleses, franceses, alemanes o americanos.

En la mayor parte de los casos no somos más ricos que ellos, pero tenemos más esperanza de vida y probablemente también más calidad. Nuestra sanidad es universal y más o menos funciona, existen subvenciones y ayudas para proteger a los más desfavorecidos, tenemos estupendas carreteras, los mejores aeropuertos, una depuración de agua de las mejores del mundo, equipamientos sociales, culturales, de todo tipo en nuestros ciudades y muchas más cosas que sería imposible enumerar. Y sin embargo, no estamos satisfechos, nunca estamos satisfechos del todo, es otra marca de nuestro carácter y algunos siguen cuestionando casi todo, hasta nuestra propia unidad.

Menos españoles, más europeos

Desde el regreso de la democracia los distintos gobiernos, con el esfuerzo de todos, incluído el turismo en todas sus vertientes económicas y sociales, han ido haciendo una gran labor de desarrollo que ha terminado por hacernos más parecidos a nuestros vecinos, homologarnos con ellos, y todo eso nos ha ido probablemente convirtiendo en un poco más europeos y un poco menos españoles, si es que se puede decirde esta forma.

El mundo se ha hecho mucho más pequeño con los avances tecnológicos y todo se empieza a parecer excesivamente. Un paseo hoy por las principales calles comerciales de Europa no haría nada fácil distinguir si estamos en Madrid y Barcelona o en Londres, París o Berlín, las mismas cadenas de tiendas de moda, de restaurantes. La inmigración tambien ha cambiado la cara que España ofrece a los turistas en muchos sentidos y hasta puede que el tan traído y llevado cambio climático también tenga algo que ver en todo esto.

Menos mal que nos queda Portugal

Hemos cambiado mucho y a gran velocidad y todos esos cambios deberían tenerse en cuenta en el futuro plan, para que el diagnóstico del mismo alcance a ser lo más acertado posible.

También puede que sea por todo esto de lo que hablamos, por lo que a tantos españoles nos gusta cada vez más Portugal, un vecino fantástico que también se ha desarrollado lo suyo y ha cambiado mucho y para bien como nosotros, pero que por lo que sea quizás ha sabido proteger más algunas de sus esencias y su estilo y ahora se parece cada vez más a aquella España que muchos recordamos con verdadera nostalgia, “saudade” que dirían ellos. Como la canción de Siniestro Total, ‘Menos mal que nos queda Portugal’.

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