Monitor de Consumo Bancario

La des­ace­le­ra­ción de la venta de vi­viendas frena la con­ce­sión de prés­tamos

La inflación arruga el mercado crediticio

Los re­qui­sitos para ac­ceder a fi­nan­cia­ción son más es­trictos y el perfil del so­li­ci­tante se mira con lupa

Créditos muy caros.
Créditos muy caros.

Los es­pañoles son más po­bres y, por tanto, lo tienen más di­fícil para ac­ceder a un prés­tamo, ya que su sol­vencia es menos con­fia­ble. El mer­cado fi­nan­ciero no sólo es más caro, sino tam­bién más pun­ti­lloso en los re­qui­sitos exi­gidos al so­li­ci­tante, lo que se tra­duce en un em­budo en la con­ce­sión de hi­po­tecas y cré­ditos al con­sumo.

El pasado enero, los préstamos a la vivienda se situaron en 510.422 millones de euros, 2.844 millones menos que el mes anterior y 4.180 millones menos que hace un año. Siete meses consecutivos de bajadas constatan el divorcio entre prestamistas y usuarios, a los que la pérdida de poder adquisitivo ha pasado factura.

Estos datos fueron hechos públicos el pasado 1 de febrero por el Banco de España (BDE), que vinculó la caída en la concesión de hipotecas a la fuerte desaceleración en el mercado de venta de viviendas.

El motivo no es otro que la escalada imparable del euríbor, el índice al que están referenciados la inmensa mayoría de préstamos para la adquisición de casas en nuestro país.

El indicador cerró febrero en el 3,52% y no se anticipa una caída significativa a corto plazo, lo que le pone las cosas muy difíciles a las familias que se plantean dar el paso de adquirir un inmueble habitacional.

El crédito al consumo, difícil

El otro gran segmento del negocio bancario, los créditos al consumo, también está siendo damnificado por la crisis que vivimos. La concesión de este producto cayó en enero a 95.651 millones de euros, desde los 96.687 millones del mes anterior.

Paradójicamente, la cifra todavía es más alta que los 92.046 millones registrados en el mismo período de 2022, lo que pone de manifiesto que numerosos hogares siguen recurriendo a esta forma de financiación pese a la mayor dureza de las condiciones.

El adelgazamiento de ambos mercados, el hipotecario y el de créditos al consumo, tiene una raíz común: la fuerte inflación provocada por la inestabilidad internacional, que ha obligado al Banco Central Europeo (BCE) a elevar los tipos de interés para poner un dique a la subida descontrolada de precios.

El empobrecimiento general de los hogares ha despertado el temor a que se disparen los índices de morosidad, lo que ha llevado a los bancos a vigilar con mucho cuidado el perfil de los contratantes. La suma de precios más elevados y condiciones más estrictas tiene un claro resultado: un mercado de financiación más pequeño.

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